Joan Jonas el jueves pasado, Reading Dante, en el Performing Garage
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Por alusión: Joan Jonas el jueves pasado, Reading Dante, en el Performing Garage.
Las entradas estaban agotadas, pero yo había comprado la mía por Internet, will call. Llegué pronto y me senté en una fila cercana, pero no inmediatamente accesible desde el escenario, no vaya a ser que la performance requiera algún tipo de voluntario por parte del público.
Dejé dos sillas libres a mi alrededor, una para Begoña, que estaba haciendo cola fuera. Un hombre bajito y con gafas trepó desde la silla de delante y se sentó a mi derecha, la sala se llenó y Begoña no entraba, a mi izquierda me pidió la silla otro hombre, muy alto, era demasiado tarde, Begoña se quedó sin la silla.
En el escenario, una proyección del interior de un escaparate, desde el escaparate se puede ver la calle: Soho, o tal vez Chelsea. En un lado del escenario una mesa con objetos, una pizarra, una cámara. Otra cámara en el otro extremo del escenario. Atrezzo.
Los dos hombres se reconocen y empiezan a hablar. Escucho a uno por mi oreja izquierda, al otro por mi oreja derecha, parece que estoy con cascos. Al poco tiempo, me preguntan si me molesta esta conversación cruzada. “No, es muy entretenido”, contesto, pero me ofrezco a moverme para que puedan sentarse juntos, desestiman mi oferta.
“¿No es ésa tu galería?” dice el más alto de los dos, a mi izquierda, señalando la proyección, “sí” y conversan sobre Rebecca y sobre un niño, sobre Europa. El más alto le pregunta: “¿es buena la pieza de Joan?” y el dueño de la galería a mi derecha se detiene un momento antes de contestar, duda, “ es gtrsfdlmnh”. Agudizando el oído, no pude entender su descripción. “¿Sabes lo que quiero decir?”, sin ironía. El más alto le contesta: “no”, me mira el que ha hablado primero “¿y tú?”, “no, yo tampoco”, ¿qué le voy a decir, que no he entendido la palabra? Me pregunta si conozco el trabajo de “Joan”, “Joan tiene una personalidad muy especial” me dice.
Me ha parecido interesante ese tiempo en suspenso, en el que parecía dudar. Me hace pensar que no es buena la pieza, “qué horror, va a ser un gafsbmkjhnb”, pienso.
Y Reading Dante es un “gtrsmnjhlkjh”, is a mess, a fantastic mess, me trae a la cabeza algo que escribí en la anterior entrada:
“Parafraseando libremente la presentación en el libro me resistiré a la articulación, de manera que quede abierta la condición de posibilidad. “At best I hope … where some approaches may be … inarticulated, a sense of posibility”.
Articulation is overrated. La articulación está sobrevalorada.
Joan Jonas no es articulada a la manera que uno espera de las piezas de artes cristalinas, pone sus aproximaciones unas al lado de las otras (suceso, tableau vivant, objetos, film, dibujos, cámara, etc.), amontonadas. Hay algo extraordinario en ese mostrar cómo se produce un registro. La audacia del registro, la diferencia y la similitud con lo que sucede, comparte con Houdini la pasión por mostrarnos la falacia de los mediums y al mismo tiempo ser una ilusionista. El sentido de posibilidad está exacerbado. Se da un ligero desplazamiento, precisamente una desarticulación.
De este modo expone la naturaleza del tiempo del suceso, de su registro, de su trasformación en lenguaje.
Y esto me lleva a poder hablar de lo que sucede cuando ha terminado la performance: aplaudes, o no, yo siempre aplaudo. A veces, tras ver terminar una pieza, te quedas con una sensación clara, que te resulta fácil interpretar y otras veces necesitas ese momento en suspenso del dueño de la galería, no para buscar la convención, sino para articular el sentido. Porque es complejo.
El “ghtdsgvcbvjdj” nos protege de la convención, de que podamos encajar perfectamente la performance de Joan Jonas.
“GHTDSGVCBVJDJ”, EL ILUSIONISMO, EL ESCAPISMO
No puedo tampoco evitar acordarme del trabajo de Vicky Gil, una artista que, por la importancia de su obra, siempre tengo muy presente. Me he acordado de una pieza suya, que consiste en una edición de serigrafía sobre metal de 1991 y está en la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York, una intervención en la conocida imagen de Houdini que la convierte en “Houdina”, el pelo de la cabeza le crece, lo labios y las uñas de las manos esposadas “aparecen” pintados de un rojo brillante, las cadenas de acero se convierten en cadenas de oro, la I pasa a ser una A, y la palabra King se convierte en Queen, transformando a Houdini en Houdina, con lo el cambio de género/sexo implica en tanto que ilusionista, escapista (o artista).
En esta línea recuerdo también un post de un blog que coordiné para este mismo espacio en donde comentaba algunas cuestiones que me interesaron especialmente del trabajo de Jack Smith: sobre la historia de Sherezade y el propio trabajo de Smith, que consistiría en transformar lo ordinario en algo fantástico, extraordinario. En ese transformar lo ordinario en fantástico nos encontramos con una idea de fracaso en el sentido de que todo falla, nada funciona, todo sale mal. La dinámica de una de sus performances era: primero veías un cartel anunciando el evento a las nueve por ejemplo, la gente llegaba, esperaba hasta las diez u once o doce, mucha se habría ido pensando que allí no iba ya a pasar nada, y quedarían dos o tres personas, entonces aparecía Jack Smith, y algunos más, con los preparativos, en eso podía consistir la performance, finalmente te dabas cuenta de que todo había terminado porque la canción se repetía una y otra y otra vez. La gente con la que trabajaba solía ser gente corriente y estos actores o actrices decían que la experiencia de colaborar en sus películas les aportaba una especie de liberación interior muy grande. En el folleto del programa del ciclo decía: “… cómo Smith perturbaba intencionadamente la experiencia temporal, a menudo sin pausa, de una performance o de la proyección de una película. Al programar por ejemplo una ‘avería’ del proyector, su intención era interrumpir la ilusión de que el tiempo se detiene en la oscuridad – ‘Todo se ha estropeado’-, y acentuar la conciencia del público de esa misma ilusión.”