You can dance
Eve K. Sedgwick es junto a Judith Butler, entre otros autores, quienes han articulado el termino “performativo” en los estudios de género y de la teoría queer.
Conocí tarde su trabajo, cuando ya había publicado Touching Feeling. Affect, Pedagogy, Performativity (2003) y es lo primero que he leído de ella. El libro es asombroso en su sutileza, en cómo pone en contacto lo que en principio parece irreconciliable.
Parafraseando libremente la presentación en el libro me resistiré a la articulación, de manera que quede abierta la condición de posibilidad. “At best I hope … where some approaches may be … inarticulated, a sense of posibility”.
Estoy en la “performance” a duras penas, siempre he sentido una enorme resistencia al uso de esta palabra en relación a mi trabajo. En vez de ello he preferido usar la palabra “acción”, más inmediata, más lejos de su referencia a “lo teatral”. En realidad es un truco, aunque el deseo de acceder a la no-representación, a lo “real” permanece. Como si esto fuera posible o deseable. En el fondo es el fruto de la época en la que he desarrollado mi trabajo, de su contexto y de sus límites y limitaciones, de las mías propias.
Es todo una cuestión de palabrería, de etimología, de emparentamiento,“performance” suena en mis oídos como ”heterosexual”. Ambas palabras despiertan en mí la resistencia de la normativización, ambas encienden la luz roja de alarma. Son expresiones de los límites.
No empecé a hacer un uso consciente del término hasta mucho más tarde, desde mi obstinación, yo también soy Tauro, tras la apropiación y desarrollo del término “performatividad”, desde la teoría queer y los estudios de género (entre otros). No sé si es casualidad el que se haya producido un cambio en la negociación con “espectadores” o “público” y “espectáculo” en mi trabajo, podría nombrar ”Aplauso”, realizada en el museo Guggeheim-Bilbao. Esta acción es un desplazamiento en relación a la mayor parte de mis acciones en las que el público es fortuito y no está invitado.
Applause.
2007
Performance at the Guggenheim Museum,
Bilbao.
The performer faces the public with a slow steady clapping. It makes the public aware of their role as spectators and their expectations. The tension between them grows until it becomes unbearable and suddenly someone starts clapping in response, as an irreverent gesture towards the rigor of the performer. The clapping spreads rapidly like a virus and the public is now comforted in the joy of feeling belonging and the performer raises the speed of the clapping until it all merges in the anonymous applause. It continues for a while until slows down, people get tired and stop and the performer recovers the slow steady clapping of the beginning alone again and then stops.
Así mi trabajo se ha desarrollado alrededor del término “performance”, en su registro y en la articulación de lo que es posible representar en relación al mismo. En su edición. Tal vez porque el acceso “al vivo y al directo” de la performance, se daba más en la cultura popular, en los conciertos, en cambio mi acceso al ”live art” en Bilbao, en la facultad de BBAA, se produjo por medio de los registros históricos de la misma y mi interés se ha centrado más en desentrañar la naturaleza de tales registros.
Parece que la palabra “performance” fuera ajena a su contexto y últimamente me preguntan sobre su significado de forma intercambiable, desde el sistema del arte o desde contextos mas relacionados con la teoría queer o los estudios de género ¡La hibridación es tan productiva! El contexto y la genealogía del término no son exactamente los mismos, el sujeto de estudio no es el mismo, la producción de sentido está dirigida a paisajes de conocimiento distintos, aunque en ocasiones sus fronteras son difusas o inexistentes… a mí me fascina la especificidad, la convención en ambos casos, en todos los casos.
Nota: Va a celebrarse un simposium sobre el trabajo de Eve K. Sedgwik en Boston:
SOBRE LA DIALÉCTICA ACCIÓN / REGISTRO
Gracias por el texto. En paralelo, ojeo estupefacto el número de noviembre de la revista ExitExpress, que dedica su tema central a la performance (“arte vivo y en directo”, reza el titular). A excepción de la contribución de Esther Ferrer, a modo de texto/acción, el resto de contenidos suponen un cúmulo de convenciones en torno a lo que de forma generalizada se entiende por performance: un “arte libre” (p.17), que “remite siempre al cuerpo”(p.40), de carácter “ritual” (p.21) y “mesiánico” (p.24). Hay incluso un breve texto de Nieves Correa titulado “¿Porqué el arte de acción hecho por mujeres es siempre tan interesante?” (!), no digo más.
Ninguna referencia en la revista a la dialéctica entre acción y registro, a la traducción de la acción a documento, que de todo lo que se desprende de tu texto --performance como edición--, es en lo que me gustaría incidir aquí. Personalmente, le debo al trabajo de Joan Jonas el haber comprendido en toda su complejidad que la fricción que se produce entre una performance y su registro, entre la acción y su traducción, es lo que en realidad alimenta su desarrollo como forma de intervención. Pensaba en esto tras visitar tu exposición de principios de año, en la galería Carreras Múgica de Bilbo.
Por un lado, las fotografías que te mostraban megáfono en mano incidían en el modo en el que la documentación visual de un evento es insuficiente para informar sobre lo acontecido. Pensaba en cómo el recurso a un tipo de registro visual (en aquel caso, la fotografía), cuya naturaleza ontológica no se corresponde al evento documentado (el irrintzi, una acción sonora), no hacía más que evidenciar la falta de co-relación entre acción y registro. Por otro lado, las piezas de vinilo, en su fisicidad, empujaban al registro sonoro de otra acción (Aplauso, del Guggenheim) hacía el terreno de lo escultórico, volviendo a incidir en el carácter inestable de todo registro. De todo esto escribía en una reseña de la expo que escribí para Mugalari.
Con cierta distancia, y como testigo de la acción, es interesante ver las derivas que ha acabado tomando la acción "Aplauso" del Guggenheim, y me llevan a pensar sobre la idea de "intención" en relación al registro de una acción. Si mal no recuerdo, inicialmente, la acción no fue ideada para su registro, sin embargo una serie de decisiones al margen de tu voluntad hicieron que finalmente existan tanto registros fotográficos como sonoros, que a su vez han dado fruto a ulteriores traducciones (como esas dos piezas de la expo de Carreras). De algún modo, ese carácter fortuito del registro añade un factor adicional a la dialéctica entre acción y registro.
De tu texto, también me interesa que plantees abiertamente la posibilidad de que se pueda estar produciendo un cambio en tu relación con las nociones de público, espectador, espectáculo... lo que me lleva a introducir la noción de "expectativa", que últimamente y desde varios frentes me está interesando abordar. La expectativa como un elemento regulador que inaugura una posibilidad razonable de que algo suceda y genera la proyección de especulaciones sobre sus posibles desencadenantes. Ya en su día hablaba con Azucena de la noción de "convención", que de un modo u otro ser relacionaría con esto. De algún modo, el trabajo de ambas podría definirse como un intento de subvertir la convención.
Nada más por ahora, y disculpa si me he apartado en exceso de tu texto.
Un abrazo,
aimar