Nadie libera a nadie. Nadie se libera solo. Los hombres (y las mujeres) nos liberamos en comunión (¿con las máquinas?)
Entre 1997 y 1999 tuvimos la primera experiencia de trabajo con herramientas digitales, cuyo resultado está hoy, según lo diría William Gibson, en dead storage (esto es, off-line, grabado en un CD-ROM). Entonces se trató de explorar las prácticas de la pedagogía del oprimido (educación dialógica y problematizadora vs. "bancaria", temas generadores vs. producción unívoca del programa, construcción colectiva del conocimiento) usando un hipertexto generado colectivamente - y entonces on-line -, en el que se recogía el trabajo de curso de una clase de aproximadamente 150 estudiantes. Los trabajos se distribuían rizomáticamente en una cartografía de cuatro campos principales: 1/ educación para la libertad, 2/ urbanismo anarquista (la práctica del urbanismo que parte de aquellos habitantes de la ciudad que se dejan regularmente fuera de los procesos de toma de decisiones, acerca de los espacios en que se desarrollan sus vidas), 3/ ecología metropolitana y 4/ marginalidad (como condición real o imaginaria en la que se producen prácticas que transgreden y cuestionan el orden hegemónico). La experiencia, que se planteó como complementaria de otras prácticas más "materiales", como eran las presentaciones y debates, la producción de vídeos o la construcción de instalaciones que okupaban la escuela, fue enriquecedora para estudiantes y profesores; destacaron en aquellos años el trabajo de familiarización con la entonces emergente www y la exploración del potencial del pensamiento no lineal del hipertexto. Una instalación colectiva, que incorporaba una máquina con ese hipertexto que podía ser navegado por los visitantes, recibió uno de los premios de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, en el festival eme3 de 1999, celebrado en aquella ciudad.
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