El arte como educación

Catorce. ¿Qué podría saber cualquiera a los catorce años? Me acuerdo que a esa edad todo era subirse a los árboles y rodillas arañadas, y el único conocimiento que intentábamos interceptar era el significado escondido tras las canciones de música pop que llegaban hasta nuestros oídos rurales. En aquel tiempo – y sólo estamos hablando de hace veinte años – si quería saber alguna cosa que constituyera una información seria, preguntaba a mi alrededor y, cuando inevitablemente la respuesta de labios de los más mayores de la familia no conseguía resolverse de manera concluyente, me dirigía a los volúmenes de una enciclopedia para niños cuyos rotos lomos descansaban contra la ventana en voladizo de nuestra habitación de estudio.


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