Plumas feministas, ejercicios de traducción

Mucho se ha reflexionado acerca de la traducibilidad, esa reflexión se ha vuelto habitual no sólo en el ámbito de la literatura y la palabra, sino también al hablar sobre los códigos más allá de la palabra. En cambio, al menos entre nosotras, pocas veces se ha hablado de la traducibilidad de los recursos de género. Muy raras veces se ha discutido acerca de la traducibilidad de los géneros gramaticales o de la traducibilidad de los roles públicos de género. La escasez de esas reflexiones ha llevado las miradas de los traductores a la falta de percepción, y a los traductores más hábiles, acostumbrados a traducir muchos otros recursos lingüísticos del modo más acertado posible, se les escapan los recursos de género. Un ejemplo de ello lo tenemos en una de las obras literarias más famosas, Estilo-ariketak, de Raymond Queneau, magistralmente traducida por Xabier Olarra. En esa excelente traducción se juega con la palabra y el lenguaje, y con frecuencia surgen entre líneas profundas reflexiones acerca de la literatura. Me ha parecido sorprendente la escasa atención prestada en esa traducción–realizada con gran esmero– a los recursos de género, así como la tendencia a reducir los sentidos en relación con los recursos de género. Esa tendencia a la hora de traducir se me ha hecho más sorprendente aún, ya que el propio Queneau juega en muchos de esos ejercicios de estilo escritos en francés con la concreción o ambigüedad del género gramatical, y porque también juega con las representaciones de género que acostumbramos a hacer lectoras y lectores. Es decir, Raymond Queneau reconoce al género (tanto al gramatical como a los roles públicos) capacidad de recurso literario y creativo, proponiendo la ruptura de la grámatica del lenguaje y haciendo un llamamiento a ampliar y resquebrajar los estrechos roles públicos


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