Por un sincretismo educacional

La evolución del arte, en tanto que entidad, se manifiesta a través de oscilaciones permanentes entre aislamiento (diferenciación) y fusión. Cada arte, abordado de forma aislada, existe y se desarrolla con relación a los demás, como especie única y como variedad. En función de las épocas, ya sea uno, ya sea otro, tiende a ser un arte de masa e, inspirado por la influencia del sincretismo, pretende englobar los elementos de las demás artes. La diferenciación y la sincretización son, en la historia de las artes, procesos permanentes e igualmente importantes que evolucionan correlativamente. Las formas sincréticas no son, de ninguna manera, un rasgo exclusivo del arte de los salvajes o del "pueblo", como se creía antes; su tendencia a resurgir es una constante de la cultura artística. En 1926, el formalista ruso Boris Eichenbaum, en su artículo "Problemas de la cine-estilística", abre un debate en torno a un tema que anima y encrespa los medios críticos desde los comienzos del cine. El objeto; el cine como arte puro, o como arte impuro, tal y como lo llamará André Bazin algunas décadas más tarde. En plena efervescencia de los impresionistas franceses y de las vanguardias europeas, Eichenbaum declara al cine arte sincrético.


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