Arte para todo, pero sin el arte (en la escuela)

Supongo que mi experiencia personal en el mundo de la educación del arte será similar a la de muchos otros, dado el recorrido que normalmente hacemos los profesionales que nos dedicamos a ello. Sin embargo, no puedo dejar de comentar una sensación constante que me ha acompañado a lo largo de los casi 15 años que llevo en la enseñanza y que cada vez, desde la distancia que da el tiempo transcurrido, percibo con más claridad. Esta percepción es más bien amarga y se produce al sentir, por un lado, que la educación se encuentra en constante cambio (perdón, ¡reforma!) y por otro, que la labor pedagógica que tiene que ver con el arte se ratifica en un insistente retroceso que se vuelve irreversible. Ante una idea tan atractiva como la de “Escuela abierta” con la que se nos invitaba a participar, es este proceso de empobrecimiento de la educación artística lo que quiero destacar a través de estas líneas, centrándome en el contexto que conozco, que no es otro que el de las políticas educativas aplicadas en la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV). También es preciso aclarar que hablo desde la educación reglada o académica y que paso por alto otro espacio digno de su correspondiente análisis como es el de las enseñanzas no regladas, los departamentos de educación de los museos, etc.


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