Dirección: Juan Luis Moraza.
Seminario
en arteleku del 17 al 21 de noviembre. Donostia.
Seminario en UNIA del
10 al 14 de noviembre. Sevilla.
Invitados : Gérard Wajcman,
Charles Harrison, Yves Michaud, Joseph Kosuth, Juan Luis Martín Prada,
José Luis Brea, Juan Luis Moraza
A lo largo del año 2002 un grupo
de investigación formado por Juan Luis Moraza de la Universidad de
Vigo, José Luis Brea de la Universidad de Castilla La Mancha y Juan Luis
Martín Prada de la Universidad Europea ha trabajado en la elaboración
de una serie de informes preliminares que sentarán las bases de un
debate más amplio sobre las cuestiones que plantea el proyecto “Arte y
Saber”.
Con este trabajo previo se trata de sedimentar unos
materiales de discusión que serán presentados en el marco de diferentes
Facultades de Bellas Artes del Estado Español para que con la
colaboración de los profesores y alumnos, que se sientan vinculados al
debate propuesto se lleven a cabo diferentes encuentros, a modo de foros
de discusión abierta con la intención de constituir un futuro I.D.E.A.
(Departamento Internacional de Epistemogonía Artística).
El
proyecto se estructura en torno a un núcleo básico de trabajo,
integrado, por Juan Luis Moraza, José Luis Brea y Juan Luis Martín
Prada, al que se irán incorporando departamentos universitarios y
colaboradores de forma que se genere un sistema de informes públicos que
pueda servir para futuras investigaciones y acciones donde el arte
pueda aspirar a ser interlocutor activo con respecto a otros campos de
conocimiento.
El presente proyecto surge en el contexto del
debate relativo al estado del sistema del arte, y de modo más específico
a la apreciación bastante generalizada de una profunda crisis de
legitimidad que puede hacer peligrar el desarrollo sostenible del arte
dentro del ámbito del capitalismo cultural y de las llamadas sociedades
del conocimiento. Se advierte la necesidad de una profunda
reconsideración del papel que cumplen y podrían cumplir las artes en las
sociedades actuales, así como de las transformaciones y los procesos
que las caracterizan. Este contexto convoca todo un sistema de preguntas
sobre la experiencia del arte y la construcción del imaginario, sobre
la función del arte, su naturaleza pública y su incidencia social, su
estatuto mercantil y sus plusvalías, su condición patrimonial y
simbólica, sus vínculos con la sociedad del espectáculo y con la
representación democrática las relaciones y los flujos de influencia
entre las instituciones, y la producción de trabajo inmaterial sobre la
diversidad cultural y la llamada “industria de la experiencia”, los
vínculos entre el arte y los medios de formación de masas, y otros
micro-relatos que configuran el imaginario social...
Esta crisis
de legitimidad (perceptual, emocional y conceptual) parece estar
conjurándose mediante una huida hacia modelos socialmente reconocidos
como agentes de representación y representatividad, como la industria y
el espectáculo. Así, el artista, procurando encontrar un lugar en la red
de interacciones sociales, adopta modelos productivos e interpretativos
del empresario, del gestor cultural, del comunicador mediático o del
activista político. Establecida esa transferencia, parece haberse
conseguido una posición tipificada socialmente, pero al precio de una
renuncia irreparable de la complejidad que había caracterizado al arte
universal. Estos intentos de contemporización, por muy radicales que se
planteen, son efecto y causa del mismo sistema que pretenden cuestionar.
Frente
a esas formas de contemporización, es posible convertir las
dificultades en oportunidades, ensayando la definición de una posición
única desde donde el arte puede incluso aspirar a ser interlocutor
activo con respecto a otros campos del conocimiento: Ello implica
verificar la persistencia del arte como un saber -y no de un “saber
hacer” meramente tecnológico- y del artista como agente de una cierta
modalidad de conocimiento en el límite máximo de los saberes de época
Esta definición de las condiciones de posibilidad para una epistemogonía
apunta al intento de situar el campo del arte más allá de su condición
de objeto de estudio -tal y como ha sido tomado por disciplinas diversas
(historia del arte, sociología del arte, filosofía del arte, psicología
del arte, antropología del arte, etc. responden a sus propias
exigencias y criterios disciplinares antes incluso que a la naturaleza
específica de su objeto)- que no consiguen conceptuar ni responder a la
experiencia artística Verificar esa condición sapiencial, supone
reconocer el arte no ya como objeto de conocimiento, sino como “objeto
de saber” en el sentido de un generador de saber, y aún como campo donde
los saberes de una época encuentran su punto álgido, su lugar límite de
producción y realización, de poiesis: el lugar mismo donde queda
problematizada la diferencia entre “conocimiento” y “saber”.
Desde
una perspectiva estructural, el objetivo del proyecto es la generación
de un núcleo básico de trabajo, activando un comité en el más alto nivel
posible, para abordar de manera concienzuda esta situación y generar
una red de colaboradores y un sistema de informes públicos sobre la
delicada situación de una actividad tan importante. Ello implica la
creación de un corpus de trabajo y la promoción de una red de
complicidades e intercambios interdisciplinares e internacionales, que
puedan servir de base para futuras investigaciones y acciones,
destinadas a la creación de un futuro I.D.E.A. (Departamento
Internacional de Epistemogonía Artística).